Hemos llegado al final del primer libro de la saga. Con estos
capítulos, que marcan el climax de la historia, cerramos el primer año de Harry
en Hogwarts.
Se enfrenta ante un rally de magia, pero no consiste solamente
en recordar unos cuantos hechizos. Los magos más poderosos de Hogwarts han puesto
cada una de las pruebas. La bondad probada con Fluffy; el ingenio con el lazo
del diablo; habilidades físicas con la búsqueda de la llave; práctica de
deportes analíticos con el ajedrez; habilidad para resolver el acertijo de
Snape; y finalmente una mezcla de todo esto y de mucho valor para poder
comprender la mente de Dumbledore y poder enfrentarse antes el espejo Oesed.
Allí se pone por primera vez a prueba la amistad y la
lealtad del trío. No saben ni a que se enfrentan, pero su amistad los mantiene
unidos, y más que ello los ayuda a enfrentarse de la mejor manera posible a
cada una de las pruebas que se les presenta por delante.
Voldemort ha regresado y a partir de su regreso a tomado
víctimas, primero el unicornio, o los unicornios. Nunca menciona Rowling de
manera definitiva que haya sido sólo uno. Y luego la vida de Quirrel. Se
enfrentó ante Harry y otra vez no pudo contra él. Por la desventaja que le
proveía su carencia de amor.
Y al final lo que todos habían querido durante siete años. Con
los puntos que otorgó Dumbledore en el banquete final, Gryffindor se hace con
la copa de las casas, arrebatándosela a la orgullosa casa de Slytherin.
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