Título original: No sonrías, que me enamoro
Autor: Blue Jeans
Editorial: Planeta
Año de publicación: 2013
ISBN: 9788408035503
Número de páginas: 479
Género: Romance, Juvenil
No me encanto la primera parte, pero no se puede dejar una
historia a medias. Y al mal paso darle prisa, así que aquí la segunda parte de
esta reseña en tres partes. Porque como he dicho sobre las trilogías, algunas
son sólo una historia recortada.
Pretendía no repetir
tópicos de la crítica anterior, pero si el autor continua enfatizando de manera
épica esas debilidades ¿quién soy yo para ponerlas de lado? El misterio del te quiamo
o cómo un error se convierte en un recuerdo cursi e incómodo para los lectores
y que para colmo de males se repite a cada dos por tres. Comprendo que sean prácticamente
niños los que protagonizan esa historia. Pero hay historias como El Principito
que fue escrito para niños y no te causa vergüenza ajena con el paso del tiempo.
En cambio las demostraciones de afecto que este autor redacta son desesperantes
y provocan la nausea.
Mejor hablemos de Marcos. César se ha ido y el personaje que
intenta ocupar su lugar es este Marcos, ni el nombre me acordaba. Cumple con el
trabajillo de César se intentar darle dinamismo a la historia y de generar
historia en sí. Pero lo que no logra ni por asomo es ser tan encantador como
era César. Que sí, que entretiene y crea historia, pero cuando este sale de la
historia no se o echa en falta. Y ya mencionado la manera como termina saliendo
se ve un poco forzada, será que hasta el mismo autor se dio cuenta que este no
funcionaba en la trama. Además de que el tipo esté en plan Sherlock resulta
algo escalofriante y mucho peor sería que tu propia madre le facilite
información sobre ti.
Los finales de cada capítulo son los peores de la historia.
Ya decía mi profesora de expresión oral: “hay que saber cerrar un discurso, con
un mal cierre consigues que todo lo logrado se vaya a la basura” Y esto sucede
a cada paso, con expresiones como “y será un domingo que no dejará indiferente
a nadie” o “y quizás al día siguiente”. Es que intenta crear expectativa de una
manera muy forzada, no deja que la historia transcurra de manera natural. Si
planteas una expectativa, esta por lo general no llega a satisfacer al lector.
Y si el autor ve necesario hacerlo es que el montón de páginas que han estado
antes han sido tan poco atractivas que por sí solas no han producido el interés
necesario para continuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario