Bajó el cigarrillo y lo depositó sobre el cenicero que descansaba en la mesa a su costado. Ya estaba harto de esto, una rutina que lo sofocaba, se levantó y se marchó. Era el momento de retomar el camino abandonado hace mucho. De olvidar el pasado y esos problemas que lo ataban, quizás ahora encontraría como llegar.
Cuando se fue, en la casa, las puertas dejaron de chirriar y las ventanas de abrirse sin más. Los que ahí vivían notaron el cambio y con ello vino la alegría, las leyendas de fantasmas ya no se volverían a escuchar.
martes, 25 de febrero de 2014
Se marchó
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