La fotografía llegó al mundo a finales del siglo XIX. Cuando lo hizo significo mucho para la sociedad de aquel entonces. Era el momento en que comenzaban a captar los instantes de la realidad. Ya las cosas y sucesos importantes no sólo quedaban en la memoria, la cual puede ser muy frágil, sino que esos recuerdos podían perdurar en el tiempo.
Tener una foto, entonces, representaba tener un instante de esa realidad ya vivida por mucho más tiempo. Significaba también, un registro de lo efímero, una permanencia en el tiempo de algo que fue y ya no será, al menos no en las mismas condiciones.
Entonces, el verdadero valor de la cámara fotográfica es que su producto nos pudiera mostrar lo que fue, tal y como en realidad sucedió. Pero con el paso del tiempo parece que las cosas van cambiando y la necesidad de ese registro ha ido desapareciendo.
La masificación del medio fotográfico ha llegado a tales magnitudes, que ahora cualquier persona tiene la posibilidad de tener en sus manos una cámara, en cualquier momento y que es más la cantidad de posibles fotografías se ha multiplicado vertiginosamente y sus reproducciones también.
Pero es esto mismo, la masificación, la que nos lleva a la banalidad. Como en todo, esto no es general. El carácter artístico no entra en lo mencionable, porque se produce bajo la limitación: de que no todos son artistas. Pero sí en la mayoría de los casos, la fotografía ha perdido ese objetivo de documentación que tenía.
Que seguimos fotografiando los eventos que se desarrollan en nuestra vida cotidiana, es verdad. Pero la sociedad de consumo nos muestra una imagen bien cuidada, de poses estudiadas. Un mundo que luce "perfecto" y al cual todos queremos emular. Tanto así, que esas poses y gestos, se pueden ver en fotografías de lo cotidiano.
¿Es que acaso ahora todo el mundo es modelo y necesariamente debe adoptar una posición estudiada para permitir lucirse ante otros?
Y las redes sociales aportan en esto, con lugares donde puedes subir cantidades inimaginables de fotografías te das cuenta de ello. Sólo con ver algunas ya podemos descubrir que todas las demás serán iguales, ni siquiera nos enteramos que es lo que sucedió en ese lugar y momento para que sea digno de guardar un "recuerdo fotográfico".
Que no está mal recordar como lucíamos en un momento determinado de la historia, pero eso no lo es todo. Prefiero tener una foto de cuando estoy leyendo o estoy tomando un café, que cualquiera de esas dice más de mí que una en la que salgo simplemente sonriendo.
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