Hay un momento en el día, tal vez varios, en que el cuerpo requiere de ciertas funciones indispensables. Una de ellas es el sueño, que luego de una larga serie de actividades se suelen presentar por lo general sus síntomas.
Lo primero que hay que hacer es buscar un lugar adecuado para la actividad a realizar. Una de las características que debe poseer este determinado lugar es la comodidad. Otra de ellas es que presente una posición horizontal, entiéndase horizontal como paralela al suelo. Por lo general el significado de comodidad también puede representar lugares aislados en lo posible de ruidos.
Por norma general se suele utilizar una estructura de metal o madera que lleva sobre si una superficie más suave de materiales como lana o algodón y en algunos casos tejidos sintéticos, a la que acostumbramos llamar cama. Y se la puede encontrar en habitaciones cerradas que se denominan dormitorios. Pero en situaciones menos comunes otros espacios que compartan características similares, también son útiles.
Algunos conocedores del tema suelen recomendar la enumeración de ovino, reducción de la luminosidad, o sonidos suaves como incitadores al sueño. Los cuales pueden resultar prácticos pero no indispensables.
Luego de breves minutos de permanecer en la posición sugerida y en el lugar elegido. El cuerpo por sí solo abandonara su estado de vigilia para adoptar el de reposo.
Por su parte el cerebro, luego de varios minutos de que el cuerpo se encuentre en este estado de quietud y haya reducido al mínimo su actividad fisiológica, comenzará a emitir lo que se conoce propiamente como sueño. Sueño, que depende básicamente de la combinación de pensamientos al azar, recuerdos del día, recuerdos del pasado. Y todas esas cosas con las que se ha estado en contacto durante el día.
Para finalizar esta actividad y regresar al estado de vigilia, sólo bastará con que el cuerpo considere suficiente el tiempo utilizado, o que algún agente externo interrumpa el proceso.
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