viernes, 16 de abril de 2010

Oda a Artieda

Hace un año aproximadamente, sumido en la enfermedad, Fernando Artieda decía:


Creo que la muerte se ha metido conmigo, pero le va a costar caro su osadía. Yo soy un guerrero y le voy a dar batalla hasta el final, sin importarme los riesgos.

Pero ayer le llegó la muerte a este gran poeta ecuatoriano. Con su verso encantó a varias a generaciones. Sólo él podía tocar el corazón del pueblo de esa manera, hablando claro, hablándole directo, hablándole con las palabras que entendía.

Qué puede ser más ecuatoriano que su poesía. Las noches que se reunía al pie del barrio de Las Peñas, con su amigo de toda la vida “el viejo Napo” encantando al pueblo con la música y la poesía.


TIENE LOS OJOS DE MI PUEBLO

Yo soñé con tus ojos color de lluvia
esperando llegadas como un espejo
con tus manos delgadas lavando espumas
y la pupila triste de mi silencio.

Un colmenar de fuego era tu risa
donde sembrar la sombra de tu ternura
para que allí florezca toda la brisa
que haga bandera el poema de tu hermosura.

Y en esa aventura criolla que fue tenerte
se quemaron pestañas y mi pasado.
Todas las cosas tristes, hasta la muerte,
se rompieron al verse en tus ojos claros.

Te quiero porque tus besos
son más que míos son de ellos, del mar, de todos, son de mi gente.
Te quiero porque al mirarme en tus ojos lindos
me está mirando mi pueblo constantemente.

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